Todo tiene un empiece y un final. A veces los recorridos son tan largos que nadie recuerda el comienzo. El legado se va pasando de padres a hijos o de abuelos a nietos y llega un momento en que los hijos de los hijos hablan de ello sin tener consciencia de cuando empezó todo. Entonces, cuando en la plaza del pueblo un niño pregunta a su padre por el origen del acontecimiento, éste comienza la historia con un “… Hace mucho tiempo…”
En este caso, todo empezó en 1928 cuando Luis Gil embotellaba sus primeros vinos en la bodega de su casa. Aquel hombre innovador, valiente y transgresor comenzó a macerar en su humilde bodega los primeros vinos con entramado novedoso. Además de los tradicionales ,realizó un vino supurado con uvas secas, las primeras vinificaciones en bodega con un metódico etiquetado que fue criticado por algunos paisanos desconsiderados, que contemplaban como absurdo todo procedimiento fuera de lo habitual. Al igual que pasa con todos los adelantados a su era, al final, el tiempo les da la razón y sus sabias ideas forjan las nuevas tendencias.
En el lagar de su vieja casa de Laguardia, aquel presuntuoso anciano degustaba en su fornido paladar el caldo de su cosecha. Uno de sus nietos le observaba expectante atraído por el magnetismo de la sabiduría de quien ama lo que hace. Un niño que sin saberlo absorbía todo el conocimiento de su abuelo al igual que el vino absorbe las propiedades del terruño.
… Está equilibrado, pero le falta unos días, lo vamos a dejar más tiempo en la barrica para conseguir el equilibrio perfecto. El proceso del vino tiene que ser mimado y respetado de principio a fin, de esa manera se consigue la excelencia –pronunció Luis Gil mirando a los ojos de su nieto.
Lo que por desgracia él nunca supo, es que aquellas palabras se incrustaron como semillas en el cerebro de su vástago para más adelante dar sus frutos. Esa manera de pensar se grabó en la memoria del joven como el sello ardiendo que se graba en la recia piel de los caballos. La vida continuó, las puertas otoñales dejaron pasar el frío, que poco a poco se fue calando en las viñas hasta que llegó el duro invierno en el que las heladas hicieron brillar los sarmientos. Más tarde comenzaron a emerger sus tiernas flores, que llamaron a la primavera pero el acercamiento veraniego del sol anunció la nueva estación que transformó aquellas hermosas flores en nuestro fruto prodigioso; la uva.
De esa manera transcurrieron los años. A finales de los ochenta murió el abuelo Luis Gil y su hijo Jose Luis Gil siguió con sus viñas y su manera de trabajarlas. Pese a estar ya, en plena era industrial dominada por el uso de químicos, el respeto de Jose Luis Gil por la naturaleza le llevó a continuar con la viticultura tradicional de su padre pero la industria agroquímica llega pegando fuerte y la moda es echar esos productos que prometen «mejorar» los cultivos y la mecanización. Su ética hace rechazar totalmente la utilización de herbicidas y abonos minerales así como productos que dañasen el ecosistema. Aquella filosofía le concibió como viticultor en producción integrada hasta el 2009 siendo pionero en este tipo de agricultura ya que en los 90 ni siquiera existía el termino viticultura integrada para denominar tales prácticas. Empieza aquí el falso progreso ya instalado en otros países dos o tres decadas antes.
Jose Luis siguió labrando las tierras, acumulado años de experiencia en su lomo. Años de arduo trabajo le permitieron ahorrar e invertir en la compra de más viñedos con características similares. Al igual que muchos de los agricultores de Rioja Alavesa, se limitó a vender la uva a granel y a crear su propio vino para disfrute de él y de su gente.
Hasta que en 1998 Jose Luis y Gloria fundaron la bodega Gil Berzal con la ayuda de sus dos hijos Saúl y Benjamín (había que arrimar el hombro en la familia cuando se podía). Los inicios fueron duros. El abrirse camino en un mundo absorbido por la globalización en el que reina la competitividad por los precios más bajos, asfixia a cualquier negocio o bodega pequeña o mediana. Día y noche con temperaturas infernales o polares, los hombres de la casa salían a trabajar la tierra con esfuerzo, cariño y agradecimiento; siguiendo las pautas de viticultura tradicional del abuelo pero con la modernidad que había entrado por la puerta grande. Hasta el 2009 estuvieron vendiendo el 95% de su maravillosa cosecha en uva y vino a granel, creando únicamente un vino joven y unos litros en barrica de gran calidad que tuvieron una gran aceptación en el mercado. Fue ese año cuando Saúl Gil Berzal el nieto más cercano y similar al abuelo e hijo de José Luis Gil, tomó las riendas de la bodega y se puso a galopar por un terreno escarpado cegado con el compromiso de preservar la esencia de su tierra y sus orígenes. Comenzaría aquí la vuelta al origen, a la viticultura de verdad, la de azada y tierra y no de químicos ni industrialización. A la viticultura del abuelo con los conocimientos de hoy. A la verdad de una tierra. Era un portazo a la modernidad.
A partir de ese año cambiaron muchas cosas. Le prestaron especial atención a las variedades de uva autóctonas. Dieron prioridad al terruño, respetando al viñedo en su totalidad para que el vino fuese el fiel reflejo de la tierra. Se asignaron diferentes parcelas para la realización de vinos determinados en función de las calidades que pudiese aportar cada parcela. Se crearon micro vinificaciones en la bodega para adecuar cada uva y vino a su categoría correspondiente. Se idearon proyectos y ensayos para crear vinos de gran calidad y el mínimo tratado. De ahí sale el primer Vino de Hielo experimental que sorprende y tiene un gran éxito.
Al igual que en la edad media, Saúl se encierra en su bodega en busca del caldo perfecto, redondo, equilibrado y respetuoso, como los alquimistas que buscaban el elixir de la vida o la panacea universal. Resultado de ese trabajo y esa búsqueda salen los primeros vinos de autor con el nombre de Recoveco Vendimia seleccionada y Recoveco Colección Privada. Se empiezan a quitar esos productos que aún siendo de residuo cero son de síntesis química. Empieza el retorno a la viticultura tradicional y se trabajan las primeras dos hectáreas libres de químicos.
En el 2011 llegan los primeros premios como el Challenge International du vin de Burdeos, reconociendo el trabajo. Se crea el vino exclusivo Alma Pura con su viñedo más antiguo. Sale a la luz el Vino de Hielo denominado Bajo 0 después de haber experimentado las añadas anteriores. Se obtienen grandes resultados y galardones. Aprovecharon la tesitura para realizar una gran inversión en la bodega que generase mejores vinos. Siempre desde la humildad y lo pragmático, no buscaban lo ostentoso, sino la mejora constante. Los siguientes años fueron complicados ante la inversión realizada y el vino parado en barricas. Al igual que las mulas tiran del arado sin quejarse, los Gil Berzal tiraron hacia delante con tenacidad y fortaleza. Resultado de ello fueron los premios como el Certamen internacional del vino en Bruselas, que siguieron recibiendo y que dulcificaron la espera. El 2013 fue un año agradecido. Los vinos que estaban en barrica salieron al mercado y ampliaron la marca Recoveco con seis vinos diferentes. Se convierten en la primera bodega en recibir La Certificación de Huella de Carbono. Siguen recibiendo premios como el del concurso de vinos de denominación de origen Rioja, que recompensan todo el sacrificio.
El siguiente año se emprende el proyecto «El Viñedo es una Extensión del Monte» que busca crear un ecosistema dentro de cada viñedo donde el propio viñedo se regule, y se incorpora, el concepto de mínima intervención. Implantan una agricultura ecológica holística desde un punto de vista regenerativo y biodinámico. Se busca recuperar la flora y la biodiversidad autóctona. Crean preparados naturales para luchar contra las enfermedades de la cepa. Se decide no arar los viñedos para dejar a la naturaleza crear su propio ecosistema. Saúl entra a formar parte de la junta directiva de Abra y le nombran vocal de la comisión de plan estratégico de Rioja. Continúa La Búsqueda, el lema que lleva impreso la bodega, que trata de encontrar la fusión entre el viñedo y su complejidad natural preservando la identidad, pureza y terruño en cada vino. Se crean vinos salvajes, vinos libres ligados a sus raíces sin ataduras ni añadidos. Sin modas ni artificios.
Hasta el día de hoy Bodega Gil Berzal ha pulido su identidad y su filosofía consiguiendo ser una de las bodegas pioneras en cuanto a agricultura ecológica se refiere. Han conseguido que cada uno de sus vinos sea capaz de contar su propia historia, transmitiendo la realidad de su añada y de su tierra. Vinos auténticos, vinos con alma que te transportan en un viaje desde tu copa hasta sus viñedos y su modo de vida. Por todo ello, le conceden el titulo de La Declaración Ambiental de Producto EPD. Siendo el primer vino tinto a nivel mundial que recibe tal nominación. Le premian también en la Wine Spirit Competition of World Wines.
El alquimista sigue con su búsqueda del elixir natural y sale a la luz su primer blanco joven con levadura indígena. Hoy en día trabajan en crear un vino sin sulfitos o en un estudio de microorganismos para identificar hongos, bacterias y levaduras en todas las parcelas y tener información precisa de todo los microorganismos que afectan a la vid y como tal a la fermentación de sus vinos que van a dar esa especial personalidad. Recuperación de viñedos, de variedades minoritarias y proyectos varios hacen de la bodega Gil Berzal una continua búsqueda de la calidad y la diferenciación donde el mejor vino es el que está por hacer.
Al igual que a su abuelo, tales prácticas en contra de la globalización han conseguido la discordancia de los más conservadores e incluso, en ocasiones, de ciertas instituciones, como el propio Consejo. Cuando se hace vino como arte, buscando la esencia de cada zona es posible que haya conflictos. Es probable que haya años que pueda salir algún vino sin denominación por no romper con sus principios de pureza, vinos libres de imposiciones que dañen su alma.. No por estos pequeños conflictos abandonan sus principios, sino al contrario, día a día la familia sigue fiel a sus ideales dejándose la piel para traernos el mejor vino, lleno de carácter propio, firma de un viñedo, una tierra y una filosofía; la misma que engendró Luis Gil haya por el 1928.
16 Comments
Excelente iniciativa. Enhorabuena Saul y familia. Feliz cosecha 2017
Muchas gracias Miguel. La vendimia va bien aunque escasa, cada año es un mundo. Un fuerte abrazo
Me ha parecido muy interesante el comienzo de lo que hoy es esta Bodega. Se siente fuerza y tenacidad a raudales.
Es también una historia preciosa de transmisión generacional emocionante.
Nos alegran tus palabras Mari. Nos gusta seguir cuidando esas cepas que nos estaban esperando, plantadas y tocadas por nuestro abuelo y nuestro padre. Gracias por tus comentario.
Quedarse con la sensación de «yo he estado allí» cuando no te has movido del cómodo sofá de casa. Un relato de novela que es tan real como el sabor de esos vinos que desprenden la pasión, el cariño, la fuerza, el tesón … de tan noble familia. Un claro ejemplo de «quien siembra, recoge» así que a seguir sembrando y cosechando. Seguro que el abuelo cada día está al acecho, observando orgulloso como sus raíces se hicieron fuertes y su sabiduría sigue creciendo en vosotros. Gracias por transmitir tanto y tan bien, un lujo en este mundo en el que vivimos.
Que hayamos logrado esa sensación transportándote a nuestra historia desde tu sofá es mas de lo que pretendimos, así que encantados. Nos emociona tu comentario Elena. Seguramente el abuelo esté observando orgulloso y feliz. . Gracias por tus preciosas palabras. Un fuerte abrazo desde la vendimia de Laguardia y Rioja Alavesa.
Es una pena que muchas veces no se valore el esfuerzo extra que se realice. Hace falta más productores concienciados y responsables con la elaboración de productos. Os deseo todo lo mejor aunque sé que no es fácil el camino.
Poco a poco habrá más productores concienciados, confiamos en ello Dani, el futuro de este planeta esta en ello. El esfuerzo se valora pero hay que empezar por conocer y entender cada producto. Agradecemos tus palabras. Un fuerte abrazo Dani.
Una historia preciosa, me gustaria aprovechar para mandaros un saludo a tus padres y a ti, Saul, y daros las gracias por vuestra amabilidad y cariño cuando fuimos a visitaros, se nota la pasion y el amor que poneis, fruto de la semilla que planto en vosotros el abuelo y del respeto por la tierra.
Me siento un privilegiado cada vez que abro una botella, y en cada sorbo de pura fruta, se aprecia vuestro esfuerzo, dedicacion, y afan de superacion, consciente de tenerlo todo concentrado en la copa que sostengo, muchas gracias amigos, por dejarnos saborear un trocito de Laguardia en estado puro.
Os deseo una buena cosecha y espero volver pronto a veros. Mario.
Igualmente te mandamos un saludo Mario. Nuestro fin es daros ese trocito de Laguardia tal cual. Esa cajita invisible donde se junta la realidad de un viñedo con los factores y circunstancias puras de lo que allí pasa. Como nos gusta tu mensaje. También esperamos verte pronto y que sigas disfrutando de nuestros vinos como nos lo acabas de hacer llegar. Gracias, gracias!
Gracias por seguir el camino de la calidad dentro de la naturaleza que compartes con tu buen hacer.Te seguimos con la ilusión que tú pones en la TIERRA,GRACIAS por tus vinos que para CASA TOPETE son como Tú,ESPECIALES ,DISTINTOS,no pares sigue
Que placer escucharos Bea y Roberto. Gracias a vosotros por la oportunidad de tener nuestros vinos en vuestra casa y por esa hospitalidad que siempre brindáis. E igualmente gracias por vuestro buen hacer en lo que os toca, ya que hacéis felices a mucha gente. Hasta pronto
Muchas gracias por esta historia tan bonita y que de alguna manera no sólo no me resulta desconocida, sino que evoca en mí sentimientos y recuerdos de mi propia familia, historias que me contaron de mi abuelo, vivencias de mi padre, el día a día de mis hermanos… Unos pocos privilegiados hemos podido disfrutar de los viñedos, la vendimia y el vino desde nuestra infancia !Que gran suerte la nuestra! .
Enhorabuena por esta historia, por vuestro trabajo, por vuestra bodega, por vuestros éxitos (siempre merecidos) y especialmente por esa forma de pensar y de ser. Saúl, que cierta es la frase de que «la tierra tiene música para los que escuchan».
Familia, gracias por vuestro entusiasmo y perseverancia, fieles a esa filosofía que os hace tan especiales. Vuestra hospitalidad es un reflejo del buen hacer, siempre con las puertas de casa abiertas, dispuestos a comparitr una agradable conversación alrededor de un gran vino. Nos vemos.
Así es querida Mamen, es precioso crecer entre viñedos y cultura del vino. En pocos lugares hay tanta historia y cultura vitivinícola como en Rioja Alavesa.
Nos encanta que te hayas sentido identificada con esta/nuestra historia.
La naturaleza tiene música para los que escuchan, desde luego que es cierta y preciosa. Y magia para los que observan.
Gracias por tu comentario, nos ha llegado. Un fuerte abrazo
Enhorabuena familia, un gran placer y un honor conoceros y poder deleitar a mis clientes con vuestros vinos hechos con el corazón y el máximo respeto a la madre naturaleza. Salud y suerte
Muchas gracias querido amigo. El placer es nuestro y nos alegra que nuestros vinos estén en tu casa.